para Constanza Aguirre, su enseñanza y los años de terapia
Tu amor
cuerda invisible que ata
mis manos a tu pecho,
mi boca a la tuya,
mi corazón a tus pasos.
Donde miran tus ojos,
mi corazón vuela a mirarte.
Dulce y amorosa a veces,
como espada damasquinada,
corta, separa y mutila, en otras.
Así es tu corazón,
o dulce derroche de miel
o acero forjado en el averno.
Sin intermedio, sin vacilación.
Huyen tus ojos, tímidos,
de mi mirada apasionada.
Camino a lo profundo de mi alma
un destello de oscura luz
que adormece la razón
y despierta al dolor.
Camino solo,
sólo esperando que aparezcas
en cualquier recodo
del camino.
Huye mi corazón, dolorido,
de tu pasión encendida.
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